Fue un día de semana, tarde en la madrugada, cuando conocí a “El Gran Capitán”. Testigo mudo y abandonado de un pasado próspero y luminoso, este reconocido transporte ferroviario, como tantos otros, hoy descansa en silencio en un enorme descampado ocupado por otros de su tipo. Entre el olvido y el óxido.
Éramos cuatro y nos habíamos encontrado en una plaza fría y oscura, a algunas cuadras de la Estación. A lo lejos podían escucharse las bocinas de las locomotoras que salían empezando el recorrido. Caminamos bordeando una línea imaginaria, confusa pero definida, dejándonos guiar por el que más conocía la zona. En un punto, después de habernos movido bastante más de lo que había calculado como necesario, alcanzamos un alambrado grueso que se extendía hasta más allá de lo que podía verse a simple vista. Y de pronto nos detuvimos en seco.
“Mirá para ahí abajo”, me dijeron, acompañando un leve movimiento de cabeza. El agujero en el alambrado pasaba completamente desapercibido si no sabías lo que estabas buscando. “Vamos, rápido”. Pasamos uno atrás del otro, veloces, en cuclillas, directo hasta un paredón que ofrecía cobertura contra las luces de la Estación. Haciendo un gesto con la mano y aprovechando los ruidos de fondo, alguien susurró: “allá están los trenes”.
Desde donde estamos, a lo lejos pero no tanto, podemos ver la escena completa: hay obreros, pasajeros, maquinistas, policías, y algún que otro indigente. Un poco más acá, filas de trenes que esperan con calma a que los enciendan para que puedan empezar sus viajes diarios. Algunos tienen las luces prendidas, otros no. En algunos hay gente caminando adentro. Y entre lo nuevo, lo antiguo, el pasto crecido y un grupo de personas agachadas en la oscuridad, encontré a El Gran Capitán.
Ya muy lejos de su máximo esplendor, este vehículo de acero supo conectar la Capital Federal de Buenos Aires con la Capital de Misiones, Posadas, en un recorrido de más de mil kilómetros. Lamentablemente, el servicio fue interrumpido de forma definitiva el 11 de Noviembre de 2011, y aún hoy en día no hay planes para su reactivación. Esto no detiene al deseo, sin embargo, y son muchas las personas que todavía recuerdan con cariño a esta locomotora histórica, mientras esperan, con la paciencia de los trenes, el día en que vuelvan a verla correr entre rieles.